El deleite culinario a través de los años.
Mis hijos, en cambio, parecen haber heredado un amor innato por la cocina italiana. Para mi hija, un almuerzo comprado por muchos años es la lasaña de pollo o carne de Hot Pizza Punto Múltiple. Es fascinante observar cómo sus ojos se iluminan al saborear cada bocado, como si cada plato fuera un viaje a través de los sabores de Italia. Para sus cumpleaños, siempre prefieren ir a un restaurante italiano primero, lo que se ha convertido en una tradición familiar.
Si mi memoria no me falla, uno de los primeros restaurantes del gusto italiano abierto en Barranquilla fue en 1981 el de Nena Lela (Trattoria), ubicado en la carrera 49C entre calle 75 y 76. Tuve el placer de visitar este establecimiento en muchas ocasiones con mi familia y con colegas, frecuentemente por invitación de laboratorios farmacéuticos después de 1986. La atmósfera acogedora, combinada con el aroma embriagador de los platos recién preparados, convirtió cada visita en una experiencia memorable.
A veces el destino te da sorpresas, como haber vivido en la carrera 52
#76-66 por varios años, el sitio donde aprendí a manejar el último Renault 4,
que luego se convirtió años más tarde en el restaurante Nico Lela. Es curioso
cómo los lugares que una vez fueron parte de nuestra rutina diaria pueden
transformarse y adoptar nuevos significados a lo largo del tiempo.
Recuerdo que, en las festividades, mi madre pasaba horas en la cocina, preparando un banquete que celebraba nuestras raíces y tradiciones. Los aromas de guisos y frituras llenaban la casa, creando una atmósfera de anticipación y alegría. Para mí, esa es la verdadera esencia de la comida: no solo nutrir el cuerpo, sino también el alma, uniendo a las personas a través de sabores y experiencias compartidas.
En contraste, aunque disfruto de una buena pizza o un plato de ravioles de vez en cuando, la comida italiana no despierta en mí el mismo nivel de pasión. Sin embargo, he aprendido a apreciarla a través de los ojos de mis hijos. He visto cómo la gastronomía puede ser una ventana a otras culturas, permitiéndonos explorar y entender un poco más del mundo que nos rodea.
Cada vez que mis hijos piden ir a un restaurante italiano, me esfuerzo
por compartir su entusiasmo y disfrutar del momento. Al final del día, lo más
importante no es tanto el tipo de comida que se sirve, sino la compañía y las
memorias que creamos juntos. He aprendido que, aunque mis preferencias puedan
inclinarse hacia la comida criolla, la verdadera riqueza está en la diversidad
y en la capacidad de disfrutar y celebrar diferentes culturas culinarias.
¿Y tú que prefieres ir al Totumazo del Barrio Abajo o ir alguno de los mejores
restaurantes italianos que tiene Barranquilla?
Si te decide por este último (risotto, pastas, pizzas y paninis) ver el siguiente cuadro de restaurante italianos de mi bella Barranquilla.
FUENTE:https://www.tripadvisor.co/Restaurants-g297473-c26-Barranquilla_Atlantico_Department.html
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